lunes, 4 de febrero de 2019

Décimo séptima entrada: Con el tiempo y las aguas

Es interesante la edad en la que me encuentro, recientemente me quede sin abuelos, puedo ver como mis padres se hacen más viejos, como los más jóvenes también crecen, se abandonan a su fantasía de la juventud poco a poco, entiendo de a poco lo que es la vida, lo que es crecer, lo que nos mantiene, lo que nos aborda.

Entiendo de a poco, muy de a poco de que se va tratando la vida, esto de nacer, crecer y morir. No reproducirse, no...

A esta edad poco a poco te preguntas si estás en el sitio que desearías, si otras personas en tu puesto serían finalmente felices.

Es una época en la vida donde pocas cosas satisfacen, donde las muchas que lo hacían ahora parecen efímeras, un poco tontas. Buscas algo nuevo, algo inteligente, algo llamativo, algo con lo que llenar ese vacío lentamente.

Es por eso que es la parte de la vida de la que todos hablan, de buscar lo que en realidad quieres para ti vida. Que difícil entender cuando eres joven, puedo ver como no lo entienden  como se van perdiendo en las ilusiones de la juventud. Pero no hago mucho para detenerlos, es necesario, es su tiempo de ser engañado, de aprender, de sentir, de extasiarse con la vida y las pequeñas cosas.

Luego pueden preocuparse de ellos, de crecer, de mantenerse, de vivir por sí solos.

Lamentablemente no podemos inculcar ese comportamiento siempre. Es nuestra obligación poner las señales de advertencia aunque seamos paranoicos, problemáticos y temáticos. Es necesario porque adolecen de la falta de visión. Porque su preocupación es a quien verán mañana, a quien besaran, quien ira a la fiesta, a quien tomarán la mano, quien estará con quien.

Es por eso la brecha generacional. Creo que ambos podemos aprender uno de otro. No perder lo que somos pero tampoco desentender lo que eramos.

Con el tiempo y las aguas poco a poco tus deseos de aquel juego, de aquel aparato que tanto querías, de aquel capricho, solo menguan. Ahora puedes ver a todos y la perspectiva se hace clara, tantos amores a medio amar, tantas decisiones mal tomadas, tanto caminos por recorrer, y tan poco tiempo.

Ahora poco a poco repites  lo que tus viejos te decían, no hay mucho tiempo, vive, ama, sueña, cae, levántate, ten cuidado, no lo tengas. Nadie puede decirte a ciencia cierta como vivir. Nunca nadie podría porque nadie es dueño de su destino, pero si de su tiempo. De tan poco tiempo.

Talvez te quedes pronto sin abuelos, talvez el brillo de sus ojos poco a poco se acabe y quiera darte una preciada parte de ese brillo a ti, tan joven para entender, con la llama de la juventud fuerte y segadora. Que todo lo eclipsa, pobres viejos. Solo pueden ver maravillados como continuas, solo quedan con recuerdos, los más valiosos y brillantes, quizá quieran aconsejar. Pero ya están muy viejos, sus palabras no son más que letanía para la llama nueva, a veces... 

Ellos saben, que el mundo no se inventó ayer, ya había drogas, había sexo, había peligros, había amores, decepciones, había épocas malas y buenas. Solo los nombres cambiaron. O la forma de engañar... El corazón es el mismo, las ganas de amar, de odiar... Con el tiempo uno entiende lo efímera que puede ser toda una vida, pero lo infinita que puede ser una mirada... 

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